Hoy ha amanecido otro día más sin
ti. He vuelto a soñar contigo, he vuelto a llorar. Me desperté sola, una vez
más. Durante apenas un instante, sentí tu abrazo por la espalda, pero no,
seguía estando sola, sin ti, con tu lado de la cama tan frío como lo ha estado
este último mes. Te fuiste, y por más que te busco, por más que te pienso, ya
no estás, ya no estás conmigo. De vez en cuando siento tu fantasma deambulando
por la casa, incluso llego a escuchar tu risa, pero no es más que una ilusión. Te
fuiste, arrasándolo todo, llevándote todo lo que era tuyo. O eso creíste,
porque a pesar de todo te dejaste pequeños detalles a los que me aferro en este
naufragio. Pequeñas marcas, pequeñas huellas apenas apreciables, pero que aún
soy capaz de encontrar por todas partes. Para que engañarnos, quizás será
porque busco la mínima parte de ti para no aceptar de que te fuiste. Con la
esperanza de encontrar esa excusa para poder hablarte, para poder verte,
diciéndote que vengo a devolverte eso que es tuyo.
¿Recuerdas ese día en el que me
hiciste coquillas mientras bebía mi colacao antes de irnos a dormir? Pues por
mucho que lo lavé, esa mancha en el pijama sigue ahí. Al igual que ese intento
de corazón que dibujaste una tarde en mi corcho. Y por supuesto, esa última
caja de bombones sigue ahí, intacta, incapaz de abrirla por miedo a quedarme
sin uno de los pocos recuerdos que me quedan de ti. Tampoco te acordaste de
llevarte la cuchilla de afeitar que teníamos de repuesto en mi casa “para
ponerte guapo”. Pero que joder, no sabes que aunque pasases 5 años sin
afeitarte, para mí seguirías siendo el más guapo del mundo. Bueno, y no sabes
que se te quedó aquí un cepillo de dientes que te había comprado aquel último
jueves. Por supuesto, se te quedaron olvidados los paquetes de palomitas que
tantos días de lluvia, manta, mimos y peli nos prometían. Y no sé si lo
recuerdas, pero las tabletas de chocolate con menta y las chiquilín no se comen
solas. Y de vez en cuando en el calendario aún encuentro algún que otro corazón
señalando una fecha importante para los dos. Por cierto, me cuesta bastante
abrir ciertos libros y encontrar poemas y poemas subrayados, subrayados para
ti. Las fotos siguen ahí, cada vez que entro en la galería, recordándome los
días a tu lado, como si se estuviesen riendo de mí. Al igual que mi aleatorio,
que se empeña en poner nuestras canciones. ¿Sabes? Estoy segura de que hasta quedan
restos de tu sudor en la cama, puede que incluso algún pelo tuyo por la
almohada. Y hablando de camas, tengo que confesarte que sigo durmiendo con tu
sudadera, aunque empieza a oler más a mí que a ti. Y no sé cómo explicarle a
nuestro peluche que tú no vas a volver (creo que te echa de menos, aunque te
aseguro que no tanto como yo). Por cierto, puestos a dejarme marcas, podías
volver a morderme, que esas marcas sí que las echo de menos.
Bueno, y por supuesto, me dejaste una enorme marca en lo que queda de mi roto corazón. Porque te fuiste, sí, llevándotelo todo, o al menos intentándolo. Pero ya te digo, te dejaste atrás cosas que eran tuyas. Te olvidaste de llevarme contigo. Y yo, mi vida, yo era tuya.
Bueno, y por supuesto, me dejaste una enorme marca en lo que queda de mi roto corazón. Porque te fuiste, sí, llevándotelo todo, o al menos intentándolo. Pero ya te digo, te dejaste atrás cosas que eran tuyas. Te olvidaste de llevarme contigo. Y yo, mi vida, yo era tuya.