miércoles, 13 de diciembre de 2017

Tierra

La gente necesita echar raíces para poder florecer después. Para eso es necesaria una tierra, una tierra fértil, amable, que te nutra, que te proteja. Pasé muchos años de mi vida intentando echar raíces allá donde fuera. Y yo, ciega, me rompía una y otra vez contra las piedras que me encontraba. Pero un día, en vez de tropezar contra una roca, me introduje en un trozo de tierra húmeda, una tierra que llevaba buscándome desde hace años. Y quedamos juntos, floreciendo, amándonos en una eterna simbiosis de felicidad.

Eres mis 4 elementos

viernes, 8 de diciembre de 2017

Aire

Nací con alas, pero tuve vértigo. Y ese miedo irracional a saltar al vacío me impedía iniciar el vuelo. Hasta que llegaste tú, dispuesto a enseñarme a despegar los pies del suelo. Y me empujaste. No me diste alas, pero me enseñaste a usarlas. Y de mi estómago salieron mariposas, revoloteando, más vivas que nunca. Y en un suspiro, recorrimos el cielo. Y cuando por fin aterrizamos y pude mirarte a la cara, me di cuenta de que no necesitaba volar para ser libre, pues tenía todo el cielo en tus ojos.

Eres mis 4 elementos

lunes, 20 de noviembre de 2017

Agua

Entraste como un torrente de agua en mi vida. Arrasabas con todo lo que te encontrabas. Al principio quise ir a contracorriente, luchar contra ese sentimiento del que me empapabas. Pero un día me rendí, decidí dejarme llevar. Y cuando el agua inundó mis pulmones, por fin pude respirar. Y es que estaba sedienta, sedienta de amor, de nuestro amor. Y en vez de dejar destrucción a tu paso, me llenaste de vida. Pues al fin y al cabo eres agua, vital en mi mundo.

Eres mis 4 elementos

lunes, 13 de noviembre de 2017

Fuego

Una chispa. Te enciendes. Tu boca en mi boca. Tu saliva en mi saliva. Tu lengua me roza. Realizamos un baile de caricias apresuradas. Fuera máscaras, fuera ropa. Sólo tú y yo. Piel con piel. Jadeos. Mezcla de sudores, de fluidos. Dejamos de ser tú y yo, fusionándonos en un solo ser. El fuego nos envuelve, nos quema, y juntos ardemos. Y volamos unidos, cenizas rozando las estrellas. Más puros, más ligeros, más nuestros. Ya vuelve el oxígeno, ya vuelve la calma. Volvemos a ser tú y yo. Hasta que otra chispa nos vuelva a prender.

Eres mis 4 elementos

martes, 10 de octubre de 2017

Relatividad

Que si en vez de reflexionar
sobre todo tipo de teorías y cálculos
nos centráramos en estar enamorados,
entenderíamos a la perfección
la verdadera relatividad del tiempo

martes, 3 de octubre de 2017

La piedra eterna

El ser humano, el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y así seguiremos, eternamente, negándonos a aceptar que la ilusión, simplemente, es esa piedra con la que estamos encariñados; odiando a la decepción, aun a sabiendas de que no es más que la herida ocasionada por esa caída.
El problema no es tropezar, el problema es encariñarse con la piedra

domingo, 23 de abril de 2017

Amor literario

Cuando finalmente terminó el libro, se arrojó al vacío. Él no podía ser de carne y hueso, pero ella, siendo noticia, podría transformarse en literatura. Se convirtieron en el talón de Aquiles de todo escritor; aquella realidad siempre superó a la ficción.


No dejes para mañana lo que puedes leer hoy. Feliz día del libro

sábado, 25 de marzo de 2017

Tu eterno perfume

Si nosotros viviéramos
lo que la rosa, con su intensidad,
el profundo perfume de los cuerpos
sería mucho más.

¡Ay!, breve vida intensa
de un día de rosales secular,
pasaste por la casa
igual, igual, igual,
que un meteoro herido, perfumado
de hermosura y verdad.

La huella que has dejado es un abismo
con ruinas de rosal
donde un perfume que no cesa hace
que vayan nuestros cuerpos más allá.


                                                            Miguel Hernández





A veces puedo escuchar tu voz, pero por mucho que corra, cuando llego ya te has ido, dejándome ese aroma tan tuyo a rosas mojadas que demuestran tu presencia y mi cordura.
Microcuento

domingo, 12 de marzo de 2017

Suicidio mental

Le gustaba asomarse a la ventana y pensar como sería todo si él no estuviese ahí. Si él no hubiese nacido. Cerraba los ojos con fuerza, y se imaginaba a su familia sin él, a sus amigos sin él. Sabía que no era indispensable, al fin y al cabo nadie lo es. Pero también sabía que no podía desaparecer así como así, ya no. Había gente que lo quería, eso lo tenía claro. Pero simplemente sentía que todo iría mejor si nunca hubiese existido. Le caían lágrimas, asomado a la ventana, día tras día. Quería volar, escapar. Pero sabía que no podía hacerles eso, ya no. Era tarde. Simplemente tenía que limitarse a existir, a seguir respirando, a seguir sintiendo que sobraba. Sabía que la vida era un gran regalo, lo sabía de sobra. Era consciente de la suerte que tenía, de lo afortunado que era. Por eso mismo preferiría no existir. No se sentía merecedor de estar vivo, de poder disfrutar de tantas cosas buenas. Demasiados errores cometidos a lo largo de su vida, demasiado daño había causado ya. Odiaba hacerle daño a la gente que le quería, a la gente a la que quería. Y se odiaba por ello. Por eso mismo preferiría no existir, pues sería el mejor regalo que podría haberles hecho a esa gente a la que quería, para que fuesen más felices, para que no sufriesen por su culpa. Le gustaba coger algo afilado, asomado a la ventana. Así, cuando se quedaba sin lágrimas en los ojos, podía llorar por la piel. Sabía que no podía desaparecer, pero se sentía bien imaginándolo. Por la pierna le resbalaban pequeñas gotas de sangre. Nadie podía enterarse, nadie podía preocuparse por él, ya había causado demasiado mal. Por eso hacía tiempo que había decidido callarse las cosas, ocultar sus heridas del alma y de la piel. Corte tras corte, lágrima tras lágrima, se iba calmando. Ya no sabía cuántas decepciones había causado, pero no quería causar ninguna más. Así que decidía seguir respirando. Siempre lo hacía. Y sabía que siempre tomaría esa decisión. Porque ya era tarde para abandonar este mundo; ya era tarde para desaparecer.