miércoles, 9 de noviembre de 2016

Marcas de tu paso por mi vida

Hoy ha amanecido otro día más sin ti. He vuelto a soñar contigo, he vuelto a llorar. Me desperté sola, una vez más. Durante apenas un instante, sentí tu abrazo por la espalda, pero no, seguía estando sola, sin ti, con tu lado de la cama tan frío como lo ha estado este último mes. Te fuiste, y por más que te busco, por más que te pienso, ya no estás, ya no estás conmigo. De vez en cuando siento tu fantasma deambulando por la casa, incluso llego a escuchar tu risa, pero no es más que una ilusión. Te fuiste, arrasándolo todo, llevándote todo lo que era tuyo. O eso creíste, porque a pesar de todo te dejaste pequeños detalles a los que me aferro en este naufragio. Pequeñas marcas, pequeñas huellas apenas apreciables, pero que aún soy capaz de encontrar por todas partes. Para que engañarnos, quizás será porque busco la mínima parte de ti para no aceptar de que te fuiste. Con la esperanza de encontrar esa excusa para poder hablarte, para poder verte, diciéndote que vengo a devolverte eso que es tuyo.
¿Recuerdas ese día en el que me hiciste coquillas mientras bebía mi colacao antes de irnos a dormir? Pues por mucho que lo lavé, esa mancha en el pijama sigue ahí. Al igual que ese intento de corazón que dibujaste una tarde en mi corcho. Y por supuesto, esa última caja de bombones sigue ahí, intacta, incapaz de abrirla por miedo a quedarme sin uno de los pocos recuerdos que me quedan de ti. Tampoco te acordaste de llevarte la cuchilla de afeitar que teníamos de repuesto en mi casa “para ponerte guapo”. Pero que joder, no sabes que aunque pasases 5 años sin afeitarte, para mí seguirías siendo el más guapo del mundo. Bueno, y no sabes que se te quedó aquí un cepillo de dientes que te había comprado aquel último jueves. Por supuesto, se te quedaron olvidados los paquetes de palomitas que tantos días de lluvia, manta, mimos y peli nos prometían. Y no sé si lo recuerdas, pero las tabletas de chocolate con menta y las chiquilín no se comen solas. Y de vez en cuando en el calendario aún encuentro algún que otro corazón señalando una fecha importante para los dos. Por cierto, me cuesta bastante abrir ciertos libros y encontrar poemas y poemas subrayados, subrayados para ti. Las fotos siguen ahí, cada vez que entro en la galería, recordándome los días a tu lado, como si se estuviesen riendo de mí. Al igual que mi aleatorio, que se empeña en poner nuestras canciones. ¿Sabes? Estoy segura de que hasta quedan restos de tu sudor en la cama, puede que incluso algún pelo tuyo por la almohada. Y hablando de camas, tengo que confesarte que sigo durmiendo con tu sudadera, aunque empieza a oler más a mí que a ti. Y no sé cómo explicarle a nuestro peluche que tú no vas a volver (creo que te echa de menos, aunque te aseguro que no tanto como yo). Por cierto, puestos a dejarme marcas, podías volver a morderme, que esas marcas sí que las echo de menos.

Bueno, y por supuesto, me dejaste una enorme marca en lo que queda de mi roto corazón. Porque te fuiste, sí, llevándotelo todo, o al menos intentándolo. Pero ya te digo, te dejaste atrás cosas que eran tuyas. Te olvidaste de llevarme contigo. Y yo, mi vida, yo era tuya.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Bienvenidos a mi caos

Bienvenidos a mi mente, a mi corazón, a mi mundo. No os esperéis nada especial, os lo advierto. Esto no son más que fragmentos de mí, de una persona cualquiera. Cuesta expresarse, y más cuando se trata de sentimientos, pero habrá que intentar desahogarse de alguna forma. No soy ninguna experta escribiendo, lo sé. Y si aún así decidís quedaros y gastar un poco de vuestro tiempo leyendo estos caóticos pensamientos, espero no defraudaros. Y espero que en alguna línea podáis sentiros algo identificados, aunque sea solo un poco. Eso me haría inmensamente feliz.
Gracias por leerme, de todo corazón.